jueves, 12 de abril de 2012

La clase de música.






Carlos Ángel Fernández Buey



El concierto



La clase de música



    A menudo, cuando me hallo en medio de una clase o de un concierto pienso en cómo empezó todo esto. La música de Bach está siempre presente, al igual que la imagen querida y entrañable de mi maestro viejito, con su chaleco raido y puesto del revés, con los botones a la espalda para no rallar el violoncello. Bach y mi idolatrado maestro siempre me han acompañado estos años.

 Fue en aquellas interminables lecciones cuando decidí dedicarme a la música: a la docencia y a la interpretación, siguiendo el ejemplo de la entrega abnegada de Carlos, que así se llamaba. Cuando interpretaba algo con su instrumento me emocionaba de tal modo, que no veía llegar el momento en el que yo pudiera despertar tales sentimientos en un auditorio, efímeros, volátiles, pero reales, como el vuelo de una mariposa.

    El miedo escénico es parte integrante de la puesta en escena y bien dirigido, puede ayudar a gestar una mejor interpretación.



    De algún modo, se produce un “subidón” de adrenalina, un nudo en el estómago, que motivan un estado de excitación especial, un tener la sensibilidad a flor de piel, con los que es necesario aprender a convivir como compañeros de viaje que son y aprovecharte para transmitir ideas y sentimientos que se materialicen en la interpretación.

    Considerando que está ahí, ese llamado miedo escénico, o respeto por el público, o por tu trabajo, motiva un estado de alerta mayor, una respuesta inmediata. Yo por ejemplo puedo visualizar la articulación de mis dedos, el arrastre en un cambio de posición, el color de una frase por la intensidad que voy a poner en ella, antes de que se produzca, etc. Ello será posible siempre que este miedo escénico no pase a constituir un agente pernicioso, un lastre, un bloqueo que fuera de todo control arruine la interpretación.

    Factores que pueden ayudar al control y dominio del miedo escénico son:

1.    Trabajo previo del repertorio a interpretar. Las dificultades están dominadas. Esto da pie a una automatización de los movimientos que permiten concentrarnos en aspectos interpretativos.

2.    Todas las variables que confluyen a la hora del concierto están bajo control: luces, instrumento, atril, partituras, vestuario…

3.    Salud física y mental: haber comido liviano, el sueño del día anterior, paseo previo al concierto. Ejercicios de relajación. Puede parecer una tontería pero contar los pasos del camerino hasta situarse frente al público ayuda muchísimo: Tienes que transmitir seguridad, que tus pasos sean firmes y seguros, que cuando te paras ante ellos tu mirada sea franca y abierta…(el concierto ya ha empezado). Todo es un ritual.

4.    Cuando nos sentamos en la silla, hacerlo con aplomo. Cómodamente. La respiración como factor desbloqueante de los músculos.

5.    Entablar una gran complicidad con los compañeros:-pianista (dúo), trío, cuarteto, orquesta, (aunque en este caso la responsabilidad es tan compartida que se difumina bastante).



Con todo y aunque sean ya muchos años pasando por escenarios, en los que en instantes, más o menos fugaces he logrado transmitir parte de lo que yo siento y hacer feliz a alguien, todavía hay momentos en que si no controlo alguno de estos factores, acude el miedo y la inseguridad.

Tampoco he logrado dominar el miedo escénico en una circunstancia especial: una prueba para oposición ante un tribunal y es que se me hace difícil, por no decir imposible, abstraer el hecho artístico de una circunstancia que para nada lo es.